El PP exige revisar una votación que el Gobierno perdió y luego ganó para recortar el impuesto energético en un 30%

Los nuevos impuestos temporales a energéticas, banca y grandes fortunas se aprobarán en el Congreso el próximo jueves. Lo harán tras una tramitación parlamentaria comprimida –dos semanas desde que se registraran las enmiendas y se votaran en ponencia, Comisión y Pleno–, vetos del Gobierno, retirada de los mismos y cambios pactados con la oposición para suavizar los gravámenes en apenas 48 horas.

En el caso del energético, no sólo se excluyen los ingresos obtenidos por los grupos fuera del país, sino también los regulados (transporte, distribución, comercializadoras reguladas y Recore). Una exención que librará a las energéticas de pagar 960 millones de euros, según los cálculos del propio Gobierno, cuando la recaudación inicial era de 2.000 millones. Casi la mitad.

Compensar inversiones en la factura del impuesto

Sin embargo, la rebaja de la factura que deberán asumir las compañías pudo haber sido mayor. O incluso puede serlo, ya que el PP prepara un escrito para exigir al Congreso que revise una de las votaciones en la Comisión de Asuntos Económicos del jueves, la de una enmienda del PNV que permitiría a las energéticas reducirse hasta un 30% de todo el importe a pagar, conforme a sus inversiones en proyectos industriales.

Concretamente, la propuesta plantea que las empresas se desgraven hasta un 20% de todas sus inversiones en activos fijos y tecnologías que comprometan en proyectos industriales relacionados con hidrógeno renovable, la transformación de residuos en productos secundarios o combustibles y gases renovables, y eficiencia energética. Siempre, eso sí, que este importe supere el de la media de las inversiones realizadas entre 2019 y 2021 y hasta un 30% del importe que resultara a pagar.

Se trata de una enmienda que otros grupos manejan, ya que es una reclamación del sector energético para tratar de rebajar el coste del nuevo impuesto. Según los cálculos del Gobierno a los que ha tenido acceso Demócrata, rebajaría la recaudación unos 20 millones de euros.

La votación se repitió dos veces y el PP recuerda el ‘caso Casero’

Esta enmienda, la número 57, fue aprobada por la Comisión pese al voto contrario de PSOE y Unidas Podemos, pero la votación se repitió hasta en dos ocasiones, y finalmente fue rechazada. En el PP esgrimen que el diputado de ERC Joan Margall cambió de voto cuando la Mesa de la Comisión había pedido repetir únicamente a efectos de recuento, ya que las cuentas no salían.

Desde la dirección ‘popular’ recuerdan el caso de su colega Alberto Casero, cuando votó a favor de la reforma laboral y no pudo deshacer su voto, finalmente decisivo. Al finalizar las votaciones el jueves, poco antes de dar por concluida la Comisión, el portavoz adjunto del PP y responsable en materia de Energía, Guillermo Mariscal, emplazó a los servicios de la Cámara a comprobar si Margall había cambiado su sentido de voto en la repetición tras recibir “indicaciones”.

El propio diputado de ERC reconoció haber cambiado su sentido de voto, por haberse abstenido cuando en realidad tenía indicado votar en contra. Sin embargo, no fue ni el único diputado que cambió de voto ni el que propició la derrota del Gobierno.

Dos diputados cambiaron su voto

Fue Oskar Matute, de EH-Bildu, el que votó junto a PP (9 diputados), Vox (5), Ciudadanos, PNV y UPN a favor de esta enmienda. En contra, PSOE (13) y Unidas Podemos (4). En el momento de la votación, al ver cómo sus compañeros habituales de voto levantan las manos, Matute mira extrañado e incluso la arquea un instante, como pidiendo explicaciones, antes de consultar su cuaderno de votaciones.

A Joan Margall, de ERC, la votación le pilla mirando el teléfono, pero al ver que ni PSOE ni Unidas Podemos apoya la enmienda, sigue escribiendo en su móvil. Finalmente se abstiene. Solo se computa una abstención, la suya. Miriam Nogueras, diputada de Junts, aparentemente no vota. Durante el turno de voto a favor o en contra no levanta la mano y, en el turno de abstención, no sale reflejada en la retransmisión.

Salen 36 votos, no 37. 18 votos a favor, 17 en contra, una abstención. El Gobierno pierde la votación. “Esta enmienda ha sido…”, empieza a anunciar el presidente de la Comisión, el ‘popular’ Celso Delgado, que es interrumpido por la letrada: “¿Qué ha pasado?”. “No lo sé”, contesta el socialista Antonio Hurtado, que lleva el conteo de las votaciones. “Antes de pronunciar, comprobemos”, emplaza la letrada.

El PP advirtió del cambio

Delgado informa de que existen “dudas de cómputo” y ordena repetir la votación, recordando que se trata de la enmienda 57. La votación se repite y esta vez Matute no apoya la enmienda, que se queda en 17 votos. Esta vez vota a favor, junto con Margall, de ERC. Los diputados ‘populares’ atentos a sus movimientos, empiezan a protestar. Saben que ha habido cambios de voto y empiezan a comentarlo los diputados Elvira Rodríguez, Jaime de Olano y Miguel Ángel Castellón, este último entre indignados aspavientos.

Pero la confusión se ha contagiado a la Mesa de la Comisión, donde las cuentas no salen. Antonio Hurtado empieza a contar mal. Pese a que los grupos del Gobierno suma dos nuevos votos, le sale un voto menos que antes. 16 votos.

La letrada vuelve a pedir que se alcen las manos “a efectos solo de recuento”, mientras que en las bancadas ‘popular’ y de Vox empiezan a alzarse las voces. Entonces a Hurtado le salen por fin las cuentas. “Los nuestros son 19: diecisiete y dos, diecinueve”.

“No es cuestión de cambio de voto. Se hacen los cálculos con exactitud casi siempre, pero puede haber algún mal cómputo”, zanja el presidente de la Comisión, pidiendo a los diputados votar una tercera vez “para que quede claro y no haya dudas”. Se repiten los equilibrios y el bloque del Gobierno suma dos votos más. La enmienda queda rechazada.