Nicolás Redondo (Baracaldo, 1927) fallecía la madrugada del 4 de enero. Diputado en la legislaturas Constituyente, I, II y III. Tuvo un destacado papel en los pactos de la Moncloa que ayudaron a consolidar la presidencia de Adolfo Suárez y propició la huelga general (14D) que puso contra las cuerdas al Gobierno socialista de Felipe González.
“El señor RUBIO LLORENTE (Letrado de las Cortes): Señores Diputados, se va a iniciar la 10º Junta Preparatoria del Congreso”. Es 13 de julio de 1977 y el Congreso se prepara para acoger su primera sesión democrática tras 40 años de dictadura. Es también el primer día de Redondo en la que sería su oficina durante la siguiente década. Pero no a tiempo completo, por encima de diputado (por Vizcaya), Redondo era secretario de la UGT. Cómo quedaría claro en 1987 cuando decidió renunciar a su escaño.
De vuelta a aquella emotiva jornada, recordada entre otras, por la imagen de la Pasionaria bajando del brazo de Rafael Alberti por una de las escalinatas que hay entre bancadas. Es muy probable que en la de la izquierda estuviera sentado Redondo junto al resto de sus compañeros de partido. Pero el lugar que ocupó no habría sido el mismo, si en el XXX Congreso Federal del PSOE celebrado en Suresnes en 1974, no hubiese dado un paso al lado, en favor de González. Quien ese día además de atraer los focos de las cámaras se convertía en el nuevo líder de la recién estrenada oposición parlamentaría.
La Transición avanzaba, y en cada paso que se daba, Redondo reclamaba que se tuviese en cuenta a los trabajadores. Prueba de ello, el listado de intervenciones que acumula en materia laboral en las primeras legislaturas. Entre las que destaca las relativas al proyecto de ley de órganos de representación de los trabajadores de la empresa.
Redondo fue elegido secretario general de la UGT en 1976, pero llevaba afiliado al sindicato, así como al partido socialista desde 1945. Fue detenido en seis ocasiones y debido a su actividad política y sindical, llegó a ser desterrado a Las Hurdes. Como antifranquista tenía muy presente a todos los que como él habían militado en la clandestinidad, pero también a los que habían promovido la causa obrera antes que él.
En esta línea se entiende la moción que presentó sobre el patrimonio de las organizaciones sindicales anteriores a 1936. Un texto que constaba de cinco puntos, uno de los cuales solicitaba que “en relación a los bienes incautados se cree una Comisión mixta con cada una de las Centrales Sindicales afectadas por la incautación para la elaboración del inventario de dichos bienes, el destino actual de los mismos y su valoración”.
Redondo ocupaba su escaño la tarde del 23 de febrero cuando Antonio Tejero junto a un grupo de Guardias Civiles asaltaron el Congreso. La investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo se reanudaría dos días más tarde. El líder de la UGT como todo el grupo socialista votó no. Pero estuvo en primera fila en la manifestación que cruzó Madrid en condena a la intentona golpista. Bajo el lema, «Por la libertad, la democracia y la Constitución», y junto a otros líderes como Santiago Carrillo, González, Agustín Rodríguez Sahagún, Manuel Fraga o Marcelino Camacho.
Fue elegido diputado por última vez en las elecciones de 1986. Aunque en este periodo final su peso dentro del grupo parlamentario se fue reduciendo notablemente, sin apenas intervenciones e iniciativas. A la par que iba creciendo el malestar mutuo entre el PSOE y la UGT. La ruptura había llegado hasta sus líderes a los que les había unido una profunda amistad desde la época de la clandestinidad cuando Nicolás era Juan y Felipe era Isidoro.
Redondo causó baja como diputado el 22 de octubre de 1987 tras votar en contra de los PGE elaborados por su propio Gobierno. A pesar de no tener acta, el vizcaíno seguiría teniendo una gran importancia en el hemiciclo. Especialmente por la huelga general que paralizó España el 14 de diciembre de 1988 y que él personalmente convocó.